domingo, 25 de marzo de 2012

El Señor Cuántico #36

Hay al lado de la guardería de Higgs un colegio donde los niños siempre están jugando al fútbol. Una de las tardes en las que el Señor Cuántico iba a recoger a su vástago, el balón con el que jugaban los chavales cayó en la calle pasando al lado de nuestro protagonista. Los críos, aplastándose contra las vallas del colegio, comenzaron a gritar al Señor Cuántico: "¡SEÑOR! ¡EL BALÓN! ¡PÁSENOS EL BALÓN, POR FAVOR!". Agarró el Señor Cuántico el balón y cuando lo iba a devolver con una patada, lo colegiales volvieron a gritar: "CON EL PIE NO. PÁSALO CON LA MANO. ¡¡CON LA MANO!!". Y así fue. El Señor Cuántico les pasó el balón con la mano. Con su mano. Las dos cosas juntas. Su mano duplicada junto a la pelota.

Más de la mitad de los niños quedaron traumandos de por vida. Dos murieron. El resto eran ciegos.

domingo, 18 de marzo de 2012

El Señor Cuántico #35

Hoy es un día de esos donde los vecinos del bloque se reunen para discutir sobre cosas relacionadas con el bienestar colectivo de la comunidad. Después de la típica discusión entre vecinos que este año se ha saldado con tres heridos y un muerto, el huraño vecino del ático ha sido finalmente coronado como Rey Supremo (que no presidente) de todo el edificio. Estas fueron sus palabras:

"Como Rey Supremo vuestro que soy desde ahora y hasta que hayan transcurrido doce meses u alguien me destrone, os digo que en esta comunidad no se va a hacer nada este año. No existe esperanza para nosotros. Ya ha ocurrido muchas veces a lo largo de las eras y este año, como ya pronosticaron los Mayas, nos toca a nosotros. A la raza humana. Que no os engañen, los dinosaurios no se extinguieron por un meteorito ¡Fue la cuántica la que los hizo desaparecer! Y eso nos ocurrirá a nosotros. El día menos pensado, dejaremos de duplicarnos. Podremos desaparecer, pero no volveremos a aparecer en otro lugar o sitio distinto. Simplemente dejaremos de ser. El ser humano se extinguirá. Y entonces vendrán ellos desde el cielo y ocuparán nuestras camas y nuestras esposas".

Finalmente se aprobó construir una piscina en el salón del vecino del tercero para hacer la cosa más llevadera.

domingo, 11 de marzo de 2012

El Señor Cuántico #34

Hoy se cumple el veinte aniversario de la ya famosa exhumación del cadaver de Ramón y Cajal (el mismo Ramón y Cajal de nuestro universo pero duplicado entre dimensiones por la cuántica). Por aquellos entonces, el Señor Cuántico era un joven antisistema que pateaba chuchos por la calle y bebía cerveza caliente en los bancos de la plaza. Nada tenía que ver con el desenterramiento de momias. La forma en que terminó estando presente en tamaño acontecimiento, se debió a la suerte que repartió el famoso saqueador de tumbas Willy Wonka, que buscando hacer el acontecimiento mundial, repartió cinco billetes dorados dentro de tabletas de marihuana (entonces el chocolate era ilegal) de tal forma que aquellos que encontraran dichos billetes, tendrían la oportunidad de acudir a la exhumación del famoso médico.

El Señor Cuántico, que por entonces le daba mucho al canuto, no tuvo suerte de que le tocara, pero la cuántica se encargó de duplicar los cinco billetes varias miles de veces de tal forma, que uno de ellos llegó a las manos de nuestro protagonista. Así, bajo los efectos de la hierba y el alcohol, se personó en la zona del espectáculo sin saber siquiera qué hacía allí. Cuando toda la prensa, televisión y radio estuvo presente, se dinamitó la tumba con barrenos de goma 2 (que por entonces era la forma menos dañina de profanar restos arqueológicos) y se procedió a abrir el sarcófago que por gracia cuántica, era similar al de Tutankamón. Cual sería la sorpresa de todos al descubrir dos esqueletos en vez del uno esperado. Ramón y Cajal fue a partir de entonces dos personas, tal y como los necios habían juraro y perjurado desde su ignorancia.

domingo, 4 de marzo de 2012

El Señor Cuántico #33

"Pues mire. Yo vivo en el primer piso y mi vecino en el cuarto. Normalmente no suelo utilizar el ascensor para subir a casa, pero ese día iba cargado de bolsas de ladrillos para levantar un campanario en el salón y llevarlos a mano por la escalera no era una buena idea. Así, me metí en el ascensor con mi vecino que estaba allí esperando y bueno... hasta que no pasaron diez horas no conseguí salir de allí. Al principio me parecía extraño que tardara tanto en llegar al primer piso. Subía y subía pero no llegaba nunca. Luego me di cuenta de que el ascensor estaba apareciendo y desapareciendo entre el bajo y el primero con nosotros dentro y que por eso no llegaba nunca. Aunque realmente, cuando peor lo pasé, fue cuando mi vecino se duplicó si avisar cuatro veces".