Hoy se cumple el veinte aniversario de la ya famosa exhumación del cadaver de Ramón y Cajal (el mismo Ramón y Cajal de nuestro universo pero duplicado entre dimensiones por la cuántica). Por aquellos entonces, el Señor Cuántico era un joven antisistema que pateaba chuchos por la calle y bebía cerveza caliente en los bancos de la plaza. Nada tenía que ver con el desenterramiento de momias. La forma en que terminó estando presente en tamaño acontecimiento, se debió a la suerte que repartió el famoso saqueador de tumbas Willy Wonka, que buscando hacer el acontecimiento mundial, repartió cinco billetes dorados dentro de tabletas de marihuana (entonces el chocolate era ilegal) de tal forma que aquellos que encontraran dichos billetes, tendrían la oportunidad de acudir a la exhumación del famoso médico.
El Señor Cuántico, que por entonces le daba mucho al canuto, no tuvo suerte de que le tocara, pero la cuántica se encargó de duplicar los cinco billetes varias miles de veces de tal forma, que uno de ellos llegó a las manos de nuestro protagonista. Así, bajo los efectos de la hierba y el alcohol, se personó en la zona del espectáculo sin saber siquiera qué hacía allí. Cuando toda la prensa, televisión y radio estuvo presente, se dinamitó la tumba con barrenos de goma 2 (que por entonces era la forma menos dañina de profanar restos arqueológicos) y se procedió a abrir el sarcófago que por gracia cuántica, era similar al de Tutankamón. Cual sería la sorpresa de todos al descubrir dos esqueletos en vez del uno esperado. Ramón y Cajal fue a partir de entonces dos personas, tal y como los necios habían juraro y perjurado desde su ignorancia.
El Señor Cuántico, que por entonces le daba mucho al canuto, no tuvo suerte de que le tocara, pero la cuántica se encargó de duplicar los cinco billetes varias miles de veces de tal forma, que uno de ellos llegó a las manos de nuestro protagonista. Así, bajo los efectos de la hierba y el alcohol, se personó en la zona del espectáculo sin saber siquiera qué hacía allí. Cuando toda la prensa, televisión y radio estuvo presente, se dinamitó la tumba con barrenos de goma 2 (que por entonces era la forma menos dañina de profanar restos arqueológicos) y se procedió a abrir el sarcófago que por gracia cuántica, era similar al de Tutankamón. Cual sería la sorpresa de todos al descubrir dos esqueletos en vez del uno esperado. Ramón y Cajal fue a partir de entonces dos personas, tal y como los necios habían juraro y perjurado desde su ignorancia.
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