Era una cosa extraña. Era como si la luz estuviera ausente en este punto. Un punto que al poco, se convirtió en una enorme mancha negra. Luego, esa mancha se transformó en la más real de las pesadillas. Sin querer, había mirado al Gordo Bosón directamente y durante el tiempo suficiente para que su cara se comprimiera sobre sí misma de horror. Como si se hubiera comido los diez mil limones más ácidos del universo a la vez. Tamaña visión acabó violentamente con la vida del camionero y con toda la materia que lo había conformado durante tantos años.
Así fue como nuestros héroes lograron un inesperado transporte que les permitiría llegar a casa. Conducía el Señor Cuántico, que aun sin carné de conducir, era el único capaz de hacerlo. El Gordo Bosón se metió dificilmente en el cajón trasero del camión, que antes hubo de vaciarse de cajas de naranjas, bolsas de polvo blanco (aparentemente tiza) y media docena de legales haciéndose pasar por ilegales. Una pequeña ventanilla permitía a ambos compañeros estar comunicados mientras el camión se arrastraba fatigosamente por la carretera. Estas fueron las últimas palabras que el Señor Cuántico escuchó del Gordo Bosón:
"¿Sabes? Yo soy profesor de educación física. Un trabajo de mierda. Los alumnos se ríen de mí porque no hago nada, pero se levantar mi peso con solo mis manos, y eso no es baladí. Pero no saben reconocerlo ¡Qué sabrán ellos! A veces, a modo de venganza, me como a uno o a dos, total, son tantos nadie lo nota. Y es que yo antes era el director ¿me escuchas? ¡El Director! Sí señor. Flaquito, de etiqueta, con un mostacho robusto y repeinado hacia arriba. Orgulloso de ser el amo del principal instituto ultrareligioso y sectario de la ciudad. Lo único que aceptamos son varones blancos, e incluso entre ellos, hacemos cribas dependiendo del color del pelo, de los ojos y del tamaño de la pilila. Maldigo el momento en que la cuántica me convirtió en lo que soy. Te voy a enseñar mi carné de profesor, que seguro que no me crees. Nadie me cree. Claro, me ven tan gordo que no le ven ninguna lógica. Mira, la foto es de perfil, porque si me la hacía de frente me la cobraban como una panorámica. Pero oye... ¿A dónde vas? Que me he soltado. ¡OYE! ¡QUE SE HA SOLTADO EL CAMIÓN! ¡¡¡QUE ME DEJAS AQUÍ!!!"
Lo que el Gordo Bosón no sabía es que era el Señor Cuántico quien intencionadamente había soltado el cajón abandonando a la enorme bola de sebo a su suerte. Sabía que no había manera de que le cogiera, pero aceleró al máximo esperando perderle de vista cuanto antes.
Así fue como nuestros héroes lograron un inesperado transporte que les permitiría llegar a casa. Conducía el Señor Cuántico, que aun sin carné de conducir, era el único capaz de hacerlo. El Gordo Bosón se metió dificilmente en el cajón trasero del camión, que antes hubo de vaciarse de cajas de naranjas, bolsas de polvo blanco (aparentemente tiza) y media docena de legales haciéndose pasar por ilegales. Una pequeña ventanilla permitía a ambos compañeros estar comunicados mientras el camión se arrastraba fatigosamente por la carretera. Estas fueron las últimas palabras que el Señor Cuántico escuchó del Gordo Bosón:
"¿Sabes? Yo soy profesor de educación física. Un trabajo de mierda. Los alumnos se ríen de mí porque no hago nada, pero se levantar mi peso con solo mis manos, y eso no es baladí. Pero no saben reconocerlo ¡Qué sabrán ellos! A veces, a modo de venganza, me como a uno o a dos, total, son tantos nadie lo nota. Y es que yo antes era el director ¿me escuchas? ¡El Director! Sí señor. Flaquito, de etiqueta, con un mostacho robusto y repeinado hacia arriba. Orgulloso de ser el amo del principal instituto ultrareligioso y sectario de la ciudad. Lo único que aceptamos son varones blancos, e incluso entre ellos, hacemos cribas dependiendo del color del pelo, de los ojos y del tamaño de la pilila. Maldigo el momento en que la cuántica me convirtió en lo que soy. Te voy a enseñar mi carné de profesor, que seguro que no me crees. Nadie me cree. Claro, me ven tan gordo que no le ven ninguna lógica. Mira, la foto es de perfil, porque si me la hacía de frente me la cobraban como una panorámica. Pero oye... ¿A dónde vas? Que me he soltado. ¡OYE! ¡QUE SE HA SOLTADO EL CAMIÓN! ¡¡¡QUE ME DEJAS AQUÍ!!!"
Lo que el Gordo Bosón no sabía es que era el Señor Cuántico quien intencionadamente había soltado el cajón abandonando a la enorme bola de sebo a su suerte. Sabía que no había manera de que le cogiera, pero aceleró al máximo esperando perderle de vista cuanto antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario