Allá, por siglo XVI, mientras a ciertos niños se les convertía en castratis, a otros se les transformaba en "cojonazos". A los testículos ya propios se les añadía, mediante una operación, otro par para potenciar su voz grave. Se dice que algunas de estas personas llegaron a cantar tan gravemente, que no alcanzaban siquiera el umbral auditivo humano. Cantar en infrasonidos.
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