Sin saber como, el Señor Cuántico se encuentra en la cama de lo que podría ser un hospital. Tiene una resaca de caballo y su madre se encuentra a su lado.
"¡Oh! Hijo mío. Ya has despertado. ¿Cuántas veces te he dicho que no tienes que acercarte a los bares? Mira que siempre terminas igual. Me llamaron del hospital diciendo que te habían traído unos japoneses porque los ojos se te cambiaban de una cuenca a otra. A tu abuela le pasaba lo mismo. ¡Vaya mareos si pillaba con la botella de anís! ¿Sabes hijo? Tengo buenas noticias. El próximo fin de semana resulta que hay elecciones para presidir la ciudad y me he apuntado. Yo y otras dos amigas, que en realidad es una que se duplicó hace años y se ha quedado desdoblada desde entonces. Cuando salgas del hospital no olvides ir a votar a tu madre".
"¡Oh! Hijo mío. Ya has despertado. ¿Cuántas veces te he dicho que no tienes que acercarte a los bares? Mira que siempre terminas igual. Me llamaron del hospital diciendo que te habían traído unos japoneses porque los ojos se te cambiaban de una cuenca a otra. A tu abuela le pasaba lo mismo. ¡Vaya mareos si pillaba con la botella de anís! ¿Sabes hijo? Tengo buenas noticias. El próximo fin de semana resulta que hay elecciones para presidir la ciudad y me he apuntado. Yo y otras dos amigas, que en realidad es una que se duplicó hace años y se ha quedado desdoblada desde entonces. Cuando salgas del hospital no olvides ir a votar a tu madre".
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