Los curas te conectan a un detector de mentiras cuando te vas a confesar. Todos los días, en la misa de las 20 horas, reservan cinco minutos para exponer las pilladas más gordas, vergonzosas e interesantes. Con nombres y apellidos. Además, lo hacen después de comulgar, para que los pecadores sigan siéndolo y tengan que volver al día siguiente a absolverse. Las parroquias están a reventar. En algunas, incluso hay que reservar asiento con semanas de antelación. La basura rosa de cada barrio unido a la religión. La iglesia está salvada como mínimo para otro par de milenios.
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