miércoles, 11 de mayo de 2011

Lectura

Un profesor lee en alto una cosa. Cualquier cosa. Cuando termina de leer, no sabe que es lo que ha leido. Los alumnos sí, pero el profesor no. El cerebro no es capaz de interpretar, de comprender un texto, a la vez que se lee este en voz alta. Un ponente, después de una exposición de hora y media, no tiene ni idea de qué es de lo que ha hablado.

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