Está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pero este último no es una paloma, es un facóquero. El facóquero entra por la ventana a la casa de la virgen María y la dice que Dios la ha elegido y que la ha dejado preñada. Todo eso mientras gruñe y restriega su morro contra el suelo buscando comida. También escarba con las pezuñas. Las vidrieras de las catedrales tienen cochinos-jabalís en sus dibujos.
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