El Señor Cuántico está inconsciente. Todavía no se ha recuperado de la operación. Sin embargo, ha sido conducido a los juzgados para resolver el caso del robo en el supermercado. La policía piensa que no pueden arriesgarse a otra volatilización cuántica y se lo han llevado a juicio directamente desde el quirófano. La sala está llena de gente curiosa y la juez que lleva el caso, no puede poner orden porque su mazo aparece y desaparece cada vez que intenta golpear con él. En este caótico ambiente despierta el Señor Cuántico. Su madre está allí, hablando con un abogado. El abogado asiente muchas veces y dice que está todo controlado. Que ha estado en muchos juicios de este tipo y que no tienen nada que temer. Que en un par de horas estarán todos en la calle y sin cargos. En esto que el abogado se va a sentar, desaparece.
"Jesús San Antonio bendito. No quiero saber dónde habrá ido a parar el abogado. No te preocupes hijo mío. No temas. Yo haré de abogada. Yo seré tu abogada".
El Señor Cuántico suplica por desaparecer y aparecer allá donde quiera que esté el abogado.
"Jesús San Antonio bendito. No quiero saber dónde habrá ido a parar el abogado. No te preocupes hijo mío. No temas. Yo haré de abogada. Yo seré tu abogada".
El Señor Cuántico suplica por desaparecer y aparecer allá donde quiera que esté el abogado.
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