Confuso aún ante los recientes sucesos, el Señor Cuántico decide ir al bar a tomarse un trago. Solo uno. No sea que las cosas vuelvan a irse de quicio. Pide un whisky con hielo. Cinco minutos después, el Señor Cuántico está por los suelos. Todas las bebidas que había alrededor suyo se han duplicado y aparecido dentro de su cuerpo. Beodo perdido, abandona el bar y vuelve a casa dando tumbos. De repente, le entran ganas de mear. Como buen borracho, se dispone a hacerlo en la calle. Mea, y mea, y mea y sigue meando. Ya lleva cinco minutos meando contra la pared. Todo lo que suelta vuelve a aparecer en su vejiga. La gente forma círculo alrededor del Señor Cuántico sorprendidos por su enorme potencial orín. Un grupo de japoneses comienza a sacarse fotos con él creyendo que es parte de una atracción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario