domingo, 19 de febrero de 2012

El Señor Cuántico #31

A la hora de organizar las cabalgatas de navidad o carnaval, el ayuntamiento siempre tuvo la costumbre de aprovecharse de las Zonas de Inestabilidad Cuántica para ahorrarse un buen pico de dinero. Normalmente, al pasar por estos lugares señalados, las carrozas solían lanzar los caramelos a sabiendas de que uno solo, podría perfectamente duplicarse diez o veinte veces. La gente no se daba cuenta de esto, porque estaba más atenta a matarse entre ella por conseguir el botín, que a la propia cabalgata en sí.

Terrible fue el año en que, sin saber todavía porqué, los caramelos no se duplicaron. Al descubrir la verdad, comenzó una revuelta en la que se quemaron todo tipo de edificios, contenedores y comercios. Los ánimos no se calmaron hasta que las puertas de la inexistente fábrica de Willy Wonka se abrieron al público. Como sea, este suceso no fue nada en comparación con el follón racista que se formó otro año cuando el rey Baltasar, al pasar cerca del zoo, se intercambió por un mono y nadie se dio cuenta en tres días.

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